El amigurumi es en Japón algo más que tejer pequeños muñecos mediante técnicas de croché o ganchillo o un simple pasatiempo.
Más allá de su uso como figurita decorativa o juguete, el objetivo que persiguen los amigurumis es alimentar el espíritu de niño que todos llevamos dentro.
Según la costumbre, cada amigurumi posee un «alma» que lo convierte en el compañero y confidente de por vida de su dueño, proporcionándole protección y consuelo en los momentos de estrés y tristeza.
En algunos casos, son usados como amuletos personales y también en casas, negocios y puestos de trabajo.
En Japón, es usual verlos en las oficinas, al lado de los ordenadores como un símbolo de apego o adorno personal, o como recordatorio de respirar, sonreír y hacer una pausa.
¿Qué necesito para crear mi propio compañero?
Por lo general, los amigurumis se tejen usando lana o hilo de algodón. Estos materiales varían en grosor, color, textura y en composición, que van desde 100% lana de oveja a la utilización de fibras sintéticas, como el acrílico y spandex en distintos porcentajes.
Para el relleno de los amigurumis, se usa espuma o fibra siliconada como la que lleva cualquier peluche de relleno. Depende del resultado que se espera, siendo el amigurumi más ligero o pesado.
Lo que es evidente es que nuevamente Japón es capaz de mezclar tradición, sentimiento y universo kawaii.